La Tertulia de la Calle Suipacha



   Este fín de semana todavía tenía el regusto amargo que te provocan las despedidas, pero también la satisfacción del reencuentro, la ilusión de un encuentro largamente esperado, esa era la agridulce sensación que me quedaba cuando sentado ya en el salón de mi casa recordaba los instantes compartidos con mis compañeros de fatigas, con mis amigos de ayer.
   Todo empezó hace ya la friolera de 25 años cuando me uní a un grupo de "locos visionarios" que se juntaban todos los Sábados para hablar de literatura, de cine, teatro y de todo cuanto se les podía ocurrir. Por cuestiones de gustos literarios comunes, habían decidido llamar a su reunión: "La Tertulia de la Calle Suipacha", yo me incorporé ilusionado a éste movimiento por que también me atraía la lectura de D. Julio Cortázar, ya que en su honor se había adoptado dicho nombre. A cada uno nos atraía algo diferente de él: su estilo literario, su magia, sus cuentos, esa Rayuela mítica donde las haya..., también se escogió éste nombre recordando un programa de radio que habían realizado los tres fundadores de la tertulia, a saber: Francisco Ortiz, Juan Fernandez Herrezuelo y Jose Luis Campos y que se había llamado: "Estación Suipacha"), tal vez comidos de nuestro propio orgullo de defender un estilo de vida, de amar la literatura y la cultura ya casi desaparecido en éste mundo instantáneo y al alcance de un click, nosotros peleábamos por mantener una ilusión pueril, infantil de pasión por la literatura, por la literatura en mayúsculas, por los grandes autores, y también por ser un día como ellos, por encontrar lo que muchos autores denominan el "swin literario", es decir, por encontrar nuestra forma de escribir, por realizarnos con la lectura y sobre todo con la escritura, ya digo que entonces apenas teníamos 19 ó 20 años y nos movía un espíritu Dieciochesco y tal vez trasnochado, de ilusionados malabaristas, de "funámbulistas imaginarios", como el título del último libro que ha salido de aquella camada de camaradas, de amigos, de compañeros de juegos y de sueños...
 Ahora, veintitantos años después, como digo, ha salido a la luz un libro de poemas de uno de los fundadores de aquella mítica tertulia (mítica, al menos para mí, que la viví intensamente), el libro titulado:"Estelas de un funambulista imaginario" es un libro de poemas escritos en aquel periódo tan fecundo, lleno de ilusiones y momentos memorables, de encuentros y despedidas. 
 Ya sólo queda el recuerdo, y como tal siguen estando en pie muchas ilusiones, ya no sólo es un amor no correspondido ahora es una necesidad como el amor y el pan, la necesidad de crear cultura, y así han salido ya muchos libros de aquel grupo de amigos, tal vez, sin darnos cuenta, no sólo hablábamos de cultura, tal vez estábamos haciendo cultura...

Comentarios

José Luis Campos ha dicho que…
Es evidente que donde permanece la amistad hay un formidable caldo de cultivo para seguir creando. Por la parte que me toca, gracias Carlos, ya que yo nunca hubiera escrito sin tener, como decía el amigo Naveros, interlocutores. Lo mejor está siempre por llegar.
Carlos Espinar ha dicho que…
Sin duda, Jose Luis, lo mejor está por llegar, por vivir y por escribir... gracias por seguir ahí, amigo, gracias por estar y permanecer en éste tribulado mundo, gracias por iluminar, con la vela de tu ilusión y de tu literatura, la oscuridad que vivimos en la actualidad. Sin duda quedan muchas cosas por hacer, y creo que eres un ejemplo de vida, de pasión y de creer en uno mismo, que con ilusión se puede conseguir todo lo que nos propongamos. Suerte con tu libro. Un abrazo, Carlos.
Francisco Ortiz ha dicho que…
Un abrazo, amigo tertuliano.
Carlos Espinar ha dicho que…
Se te echó de menos Paco en la presentación del libro, sin duda eres un pilar fundamental de ésta pequeña historia, y tu hueco es insustituible, aunque tu presencia la llenamos con los recuerdos, los comentarios y la copa que nos tomamos a tu salud. Un abrazo sentido, y ya sabes que siempre serás parte de nuestra inspiración.
Juan Herrezuelo ha dicho que…
Costó dormir aquella noche, amigo. Estaba demasiado excitado por el reencuentro. Cuántos recuerdos, y qué poco a poco han ido quedando atrás. Afortunadamente, el afecto que se evidenció de inmediato entre nosotros demuestra que no sólo queda el recuerdo: la amistad fue mucha, y lo que aprendimos los unos de los otros, y también esa necesidad de crear cultura, como bien dices, de crear mundos imaginarios y darles vida y tal vez, como hizo un personaje de Onetti, acabar habitándolos. Un abrazo muy fuerte.
Carlos Espinar ha dicho que…
Sin duda Juan, a mi también me costó conciliar el sueño, era una mezcla entre recuerdos, melancolía e ilusión, todo junto y bien mezclado produce insomnio, te lo digo yo... Saludos y seguimos en contacto. Por cierto, qué ilusión teneros a todos aquí...

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