La Unión Europea

Hoy, en plena resaca electoral, todos los partidos, de todos los países de ésta nuestra vieja Europa, analizan, en tinte electoralista, los resultados de las elecciones del otro día. Claro está, como casi siempre... todos han ganado.
La verdad es que ésta Democracia nuestra es un cargadero de felicidad para todos los partidos y los que viven de ésto (los políticos), creo recordar que excepto los de IU en España que en las últimas elecciones reconocieron haber perdido, los demás partidos siempre ganan.
Este año hay un partido que manifiesta públicamente su victoria rotunda por 2 escaños. Sí señor, eso es una victoria sin paliativos, también han ganado los que se supone que han perdido, porque han perdido por menos de lo que auguraban los malvados analistas políticos, y por supuesto, ésta vez también han ganado los demás, porque o bien se han mantenido sin bajar escaños, o bien , han aumentado los votos (1.000 ó 2.000) aunque no hayan aumentado su representación. Y ahí el partido de Rosa Diez, que ha sido la gran triunfadora con 1 escaño (hombre, bien mirado este partido si tiene mérito, no deja de ser el patito feo de la escisión socialista, y a pesar de ser más o menos localista, pues no deja de estar ahí).
Pero lo que no están haciendo los políticos, tal vez porque la situación no es la más adecuada para abordar éste tema, es analizar la verdadera esencia que nos han dejado éstas elecciones: La Baja Participación Ciudada.
Sí señor, para mí ese es el punto que hay que analizar, y preguntarse:¿qué ocurre con nuestra Europa? Esto nos hace formularnos varias opciones:
Por un lado preguntarnos: ¿será culpa de los políticos? Sin duda, parte importante de la culpa la tienen ellos, con su absoluta falta de respeto hacia el electorado, utilizando el trampolín político con fines absolutamente egoistas, sin ningún escrúpulo, sin intentar maquillar sus intereses económicos: ahí tenemos el ejemplo de los ingleses (por una vez no pondré primero a los españoles, grandes maestros de ésta ciencia), que presentaban facturas desorbitantes por todo: cambio de 1.000 bombillas (eso es una casa iluminada), peluquería del perro, pago de la hipoteca... vamos, eso me parece vergonzoso, pero al menos están teniendo la suficiente dignidad de pedir disculpas públicamente y presentar la dimisión, cosa que a pesar de todo les honra. Y ahí tenemos a los españoles, haciendo lo mismo, pero a más grande escala, con constructores a los que les aceptan sobre plano proyectos absolutamente degradantes con el medio ambiente, y que no tienen ni pies ni cabeza (ahí tenemos el ejemplo de todo un bosque talado para construir una urbanización que ahora, con la falta de liquidez, se ha convertido en un bosque de cemento y abandono), o los trajes de gran valor que le regalan al otro, y la presentación el día de Reflexión de una línea aerea entre una gran ciudad española y EE.UU., señores, por favor, un poquito de dignidad.
Por otro lado otra opción que también me perturba es la sensación de que nos quieren meter Europa con calzador, cuando en verdad nadie se siente europeo, tal vez sólo se sientan europeos los que trabajan en el Parlamento, o bien los miembros de los países que intentan entrar. Qué pretenden, que yo me sienta más Inglés que Argentino (por poner un ejemplo), que cuando tuvimos el problema del fletán con los canadienses los Ingleses se pusieron de parte de ellos en vez de hacer causa común con nosotros, mientras los Argentinos fueron los únicos que no rompieron relaciones con España cuando el mundo entero nos redujo a un mero ostracismo político por culpa del Régimen que teníamos. O qué pretenden que me considere más Italiano (con el Berlusconni pretendiendo que las personas de determinada clase social -los gitanos- símplemente por el hecho de serlo ya sean delincuentes; o que los inmingrantes ilegales sean considerados poco menos que asesinos en potencia), o más francés, que apoyan a los marroquíes en la guerra del tomate con nosotros, o que nos tiran los camiones de frutas cuando a ellos les va mal el mercado... POR FAVOR.
En fín, que habría que valorar cual es la Europa que queremos, y entonces trabajar por ella. Y dejémonos de pamplinas partidistas...

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