D. Jose Asenjo Sedano

Qué se puede decir cuando se seca la garganta, cuando una sensación de pérdida se abate sobre tí. Tal vez mejor callar, pero yo quiero, al menos, lanzar una pequeña señal de luz al cielo.
Siempre me ha gustado la literatura, ese mundo incógnito de sentimientos, de imágenes, de luz que tan sólo se logran con la palabra escrita, con la letra se hacen sentir cosas que ni en el cine, ni en la vida, tan solo entre los libros se alcanza la plenitud, porque no te lo cuentan, tienes que vivirlo mientras lo lees.
No, tal vez exagero, no ha sido siempre, fué desde que le conocí... bueno, a él no, a su hijo. Os cuento la historia... yo me quedaba a comer en el colegio, colegio de patios grandes y ruidos de balón y de campanas, entre las 2 y las 5 aquellas horas muchas veces se hacían muy largas, y silenciosos los juegos. Pero un día ocurrió algo especial, que cambió mi percepción de las cosas, diréis que vaya tontería, pero si es verdad que me hizo mirar de otra forma el mundo que me rodeaba. Un día llegó a mi colegio, a ese colegio de patio cubierto y árboles en las esquinas, un niño que alguién me dijo que su padre había ganado un premio muy importante de literatura. Y sin querer nos conocimos. Y en ese momento empecé a escribir, y hasta ahora.
Quién era aquel niño, su hijo, buena gente, apenas le recuerdo, unas gafas y el pelo rizado, las esculturas que te deja el tiempo en la memoria. Y siempre a quien tuve en mente fue a su padre.
Y un día lo conocí.
Me lo presentaron en el Centro de la Tercera Edad donde hacía mi Objeción de Conciencia, allí tuve la suerte de verlo varias veces, pocas para lo que a mi me hubiera gustado, para conocerle mejor, para que me enseñara. Pero me dió tiempo a conocerlo un poco, a conocer su humildad, su bondad, su sabiduría de halcón viajero, sus manos peregrinas que viajan poco y saben mucho. En esos días de conversaciones diluidas en el café, me quiso regalar un libro de relatos que acababa de publicar:"Historias del Exilio"; por supuesto lo devoré con fruición, cada una de sus páginas, de sus puntos y aparte.
Después de aquellos días no volví a verlo, y no supe nada más de él excepto cuando publicaba algún libro, hasta ésta semana, que una compañera me comentó que había conocido a un gran escritor, que le había acompañado, le había escuchado, y había tenido la misma sensación de paz, de armonía que yo también conocí. Por supuesto, estaba hablando de él. Ella trabaja en un programa de Cruz Roja y se dedica a acompañar a personas que se están muriendo y a sus familias en sus últimos días. Duro trabajo. Y ésta vez le había tocado a él.
Sí, el otro día me contó que había muerto, que se lo habían llevado los hados a cantar las epopeyas de los Dioses Griegos, de los Vellocinos de oro, a recitar poemas a escribir sueños.
Hoy, se me ha ocurrido buscar su nombre en Internet y he descubierto que tenía un blog, donde escribía poemas, o capítulos de un libro por entregas, o historias de su vida, lástima que no lo hubiera conocido antes, me hubiera gustado escribirle, y decirle lo importante que fué para mí su llegada a Almería, y que su hijo fuera a mi colegio, y que se quedara a comer en el comedor, hay que ver las casualidades que te proporciona a veces el mundo. Pero si no alzas la mano puede ser que no las aproveches. Aquí os pongo uno de sus poemas, titulado LLUVIA, pùblicado el Viernes 7 de Noviembre de 2008:
LLUVIA
Si el agua es lluvia en su remanso,
¿qué es la nube cuando vuela?
¿Qué son las aves
que el sol naciente hiere y sangra?
¿Son alcores o son el pálpito
del olmo cuando gime?
¿Vive el agua en el otoño
o es espejo que el viento apaga?
Sigo absorto el vuelo sideral
que el viento agita
y me siento nada
mientras vuelo.
Brillan los ojos silentes de la luna
rielando su estúpida mirada.
Reloj sin horas, sepulcral espera
que agota y mengua y acaba mientras espero.
La luna lapida la noche en agonía,
lluvia helada, mudez que habla
y anhela salir callada de su espera...
Todo es frío y polvo
que vuela veloz hasta la orilla.
La vida es breve, ave que transmigra
y posa esperas en la torre extinta que vigila.
El salto final, es el espacio.
Desde éstas líneas he querido rendir mi humilde recuerdo y respeto a la figura y a la persona de D. José Asenjo Sedano, hombre, padre, abuelo y sabio alquimista de las letras.
Descansa en Paz, entre los olmos, entre las nubes, en el Cielo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

STANLEY FORMAN (1976). Fotografías que cambiaron el mundo.

El misterio de Miguel Mañara

YASUSHI NAGAO (1960). Ideología y muerte.